Eat, Feel and Live.

Hoy os traemos un Post un poco especial. Dado que a Paula le interesa mucho el tema de la nutrición, y el año pasado Andrea pudo elegir en su carrera de Fisioterapia dicha optativa… Decidimos juntar nuestros conocimientos y quedarnos con aquellas ideas y recomendaciones que mejor se adaptaban a nuestras necesidades y sobre todo, a nuestro cuerpo.

Ninguna de las dos es una especialista en Nutrición humana y Dietética, y por tanto, no vamos a ser demasiado osadas-intrusas en este campo. No os vamos a dar una clase sobre  alimentación, caer en la monotonía de explicar  la importancia beber 2 litros de agua al día, comer frutas y verduras o  la peligrosidad de ingerir un exceso de grasas, porque todo eso ya lo sabéis de sobra. Simplemente, os dejamos algunos consejos que a nosotras nos resultan muy prácticos y útiles en nuestro día a día, y esperamos que a vosotros también os ayuden a mantener una "healthy lifestyle"!

Nos organizaremos entorno a los principales momentos (comidas) del día:

De primeras, comenzamos con una idea muy contundente: No desayunar (por la excusa que sea) siempre nos va a llevar por el mal camino. Nuestro cuerpo va a empezar el día tirando de reservas, desajustando todo nuestro sistema metabólico. Ésto lo arrastraremos durante toda la jornada, eligiendo alimentos y menús poco equilibrados, para subsanar esa ansiedad que nos entra cuando no le damos a nuestro cuerpo las dosis ni los alimentos que realmente necesita. Hay personas que son incapaces de tomar nada al despertarse, pero como todo en la vida, es cuestión de hábitos y de costumbres. 

Una vez comenzado el día, podemos llevar en el bolso un pequeño tentempié. Unos frutos secos (crudos o tostados, sin sal), una pieza de fruta fresca, que podemos acompañar con una infusión o un zumo natural. Este pequeño snack le dará a nuestro organismo un empujoncito tratando de llegar a la comida sin ansiedades y  evitando que el desgaste de energía requerido en la universidad o  nuestro trabajo nos dejen el cuerpo en “reserva”.

Como es evidente, el almuerzo es fundamental, a modo de resumen, para que sea completo debe contener:

• Una ración de pasta, arroz, legumbres o patatas.
• Una ración o guarnición de ensalada o verduras: sustituiremos las patatas, especialmente fritas, por verduras o ensaladas.
• Una ración de carne o pescado.
• Elegiremos entre un plato único contundente o dos platos medianos, en ningún caso, dos platos grandes.
• Priorizaremos el consumo de pescado.
• Elegiremos carnes magras (ternera, pollo y conejo) para consumir a diario y reservaremos las carnes grasas (cerdo, pato y cordero) para ocasiones especiales.
•  Optaremos siempre por fruta y lácteos desnatados.

En este apartado nos gustaría destacar la importancia de cambiar los alimentos por versiones integrales: del arroz blanco al arroz integral (lo mismo con la pasta), de la hogaza de pan al plato de avena o cebada etc. Éstos nos aportan fibra y proporcionan energía paulatinamente, sin recargarnos  de hidratos simples (azúcares refinados: los cuales incrementan los requerimiento de vitaminas del organismo necesarios para  absorberlos).

No podemos saltarnos la merienda, ya que es la única forma de que consigamos llegar a la cena dispuestos a comer ligero y por tanto de irnos a la cama tranquilos y relajados.

La cena es la comida menos importante del día, pues horas después nos iremos a dormir y no necesitaremos energía para ello; irnos a la cama con la digestión ya hecha nos hará descansar mucho mejor y podremos depurar el organismo sin ponernos a prueba durante nuestro descanso.

Aprovechamos para romper un mito sobre las ensaladas con lechuga; aunque parezca mentira, la lechuga es un alimento bastante indigesto. Tiene un alto contenido en fibra insoluble y puede hacer que tengamos gases e hinchazón abdominal por la noche. Mucha gente toma ensaladas por la noche, y no hay razón para no hacerlo, pero es preferible apostar por ensaladas de tomate o camperas. En cualquier caso, depende de cada persona. Hay a quien no le sienta mal este vegetal y puede seguir consumiéndolo, pero si tras tomar tu ensalada sientes molestias, plantéate que la culpa es de la lechuga.

Y como no… El ejercicio. El hecho de darle a nuestro cuerpo un poquito de movimiento, está totalmente relacionado con la hormona de la felicidad. Cuando realizamos ejercicio, producimos endorfinas  " la hormona de la felicidad ", inhibe el dolor y produce un efecto de bienestar, creando sensaciones de placer ante situaciones agradables, modulando el apetito y/o regulando la ansiedad.

Esperamos que os haya gustado esta entrada cargada de ideas saludable y positivas!!

…Y sobre todo, quedémonos con este pensamiento: Cuida lo que comes, no lo que pesas.

¡¡Feliz miércoles a todos! !

Besos!!

Fotos de: Muymolon.com.